miércoles, 2 de diciembre de 2015

Andén Cero. Estación de Chamberí


Esta semana si nos acompañáis visitaremos la antigua estación de Chamberí, cerrada al público desde 1966 y en la que podemos recorrer, tras una gran restauración, la estación, desde  las taquillas hasta el andén y descubrir una estación con sus elementos originales como los paneles publicitarios de cerámica y el mobiliario de la época.



El museo se encuentra en la Plaza de Chamberí, s/n. Nada más entrar a la izquierda hay una sala, antiguo acceso a la estación, donde reproducen constantemente un video sobre la historia del Metro de Madrid y después de ver el video iniciamos una visita guiada muy interesante, que tiene que interrumpirse cada vez que pasa en metro por la estación. 
Si quereis saber por qué esta estación fue llamada "la estación fantasma" os animo a que continuéis leyendo...




A principios del siglo XX el tranvía era el transporte público más utilizado en la capital, pero los usuarios se quejaban de su lentitud en distancias largas así en 1917 se funda la Compañía Metropolitano Alfonso XIII, llamada así en agradecimiento al monarca que aportó 1 millón de pesetas para la realización de éste proyecto de suburbano en el que nadie creía. Las obras comenzaron en 1916 y fue Antonio Palacios el arquitecto encargado del diseño de interiores y la estética de las primeras estaciones del Metro y también el creador del logotipo en forma de rombo.
El 17 de Octubre de 1919, el Rey Alfonso XIII inauguraba la primera línea de este moderno medio de transporte.  La línea 1 contaba con ocho estaciones que iban desde Puerta de Sol hasta Cuatro Caminos. En total, 3,48 kilómetros de distancia que se recorrían en 10 minutos. Metro inicia su andadura con gran éxito, ya que en el transcurso del primer año es utilizado por 14millones de viajeros.



En los años siguiente Metro se desarrolla significativamente, de tal manera que multiplica su longitud por cuatro hasta alcanzar una longitud de 14,6 kilómetros.
Durante la Guerra Civil el Metro permaneció abierto, y sirvió como refugio durante los bombardeos. Además, se inaugura en esos años el primer tramo de la línea 3.

Ya en la década de los 60, debido al gran incremento del tráfico de viajeros, se adoptan nuevas medidas técnicas para incrementar su capacidad, para ello se transforman los andenes de 60 a 90 metros de longitud y así permitir la circulación con trenes compuestos de seis coches. Ante la imposibilidad técnica de ampliar la estación de Chamberí, por su situación en curva y su proximidad a las estaciones de Bilbao e Iglesia, el Ministerio de Obras Públicas decide cerrarla en 1966.

Tras más de treinta años cerrada, en el año 2006 se empiezan los trabajos de recuperación de la Estación de Chamberí, totalmente restaurada y conservada según su aspecto original, siendo posible volver a contemplar los acabados brillantes, coloristas y luminosos impuestos por Palacios. La restauración integral del interior, sus suelos, muros, bóvedas y carteles publicitarios, así como la recuperación del mobiliario y los andenes originales hace que podamos disfrutar de un viaje en el tiempo por la historia de Metro. 

Podemos recorrer la estación desde las taquillas hasta el andén.




Taquillas. Como curiosidad destacar que la empresa sólo contaba para trabajar con mujeres solteras  y sin cargas familiares con el pretexto de las muchas horas de dedicación que suponía trabajar en éste nuevo medio de transporte. Y así, de paso, atraer a la clientela masculina ;)



Los carteles indicativos eran rotulados a mano sobre la propia pared de la estación. 

En esta foto se puede ver la taquilla de refuerzo, utilizada en momentos en los que había más usuarios. 


Los azulejos blancos que cubren el interior de la estación y las bóvedas son para reducir la sensación de  claustrofobia debido a que los accesos a los andenes eran estrechos, así que el blanco y el brillo de los azulejos mejoraban la luminosidad y daban sensación de amplitud. 





Carteles publicitarios de la época. 



Cuando la estación se cerró al público en 1966, quedó en desuso sufriendo un gran deterioro, se fue llenando de vagabundos que hacían sus hogueras para entrar en calor. Al pasar el tren que circula entre las estaciones de Bilbao e Iglesia, por delante de la estación y sin detenerse, se veían estas luces tenues y así es como empezó a cobrar fuerza la historia de los fantasmas y a empezar a ser conocida como "la estación fantasma".

La visita merece la pena sin lugar a dudas, tanto para niños como para mayores y además, es gratuita.